Él es Gary. Es uno de mis compas perrunos desde hace ya varios años, siendo el más viejito de la banda. Hay veces en que lo han confundido con un pitbull, otras tantas con un fox terrier, pero en verdad él no está ni ahí con las razas, porque es terrible brígido para su volá.

Uno de sus oficios, cuando aún vivía en la ciudad, era el cantar con los organilleros que pasaban por la casa, a quienes detectaba a cuadras de distancia y los recibía entre aullidos de do, fa y sol, que armonizaban perfectamente con la ejecución de la máquina musical.

También es un implacable enemigo de las aspiradoras, valiéndose de su fuerza y coraje para derrotarlas en temibles embestidas cargadas de furia perruna.

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